lunes, 22 de junio de 2009

El pecado es infracción de la ley

Jesús dijo "El Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido...Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí." (Lucas 19:10; Juan 14:6) A Cristo le apasiona salvar al perdido. El enfatizó las parábolas de la oveja perdida, la moneda perdida y el hijo perdido, con gozo exuberante al recobrarlos. El propósito de su venida fue destruir la obra del diablo - buscar y salvar lo que se había perdido.

Las personas de la fe cristiana comprenden que "estar separados" del Señor Jesús significa estar "perdidos". Como seguidores de Cristo, se nos ha enseñado que nuestro privilegio (y nuestro deber) es compartir las buenas nuevas de la salvación. El reino de Dios avanza a medida que aquellos que han sido salvados por Jesús - el Camino, la Verdad y la Vida - comparten su testimonio y ministran a aquellos que están espiritualmente perdidos. Pero ¿cómo reconocemos quién está perdido? Cuando escuchamos a una persona de lenguaje obsceno usando el nombre de Dios en vano, creemos que necesita escuchar acerca del santo y justo Dios de amor. Si vemos a alguien viviendo en adulterio o adorando a "otros dioses", entendemos que no están unidos a Cristo. Si leemos acerca de un hombre que acaba de asaltar un banco o que asesinó a alguien, sabemos que necesita experimentar el poder salvador de Jesús. Cada vez que las acciones de una persona reflejan una notoria indiferencia hacia los Mandamientos de Dios, reconocemos que está separada de Cristo. La Biblia los clasifica como perdidos - espiritualmente muertos. "Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos. El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él." (1 Juan 2:3-4) ¿Puede alguien conocer a Cristo sin obedecer sus mandamientos? Lea ese versículo nuevamente. Luego considere cómo es que Juan nos describe a los que son los hijos de Dios: "Si sabéis que él es justo, sabed también que todo el que hace justicia es nacido de él." (1 Juan 2:29)

La Biblia define muchas cosas como pecado. La murmuración, la jactancia, la incredulidad y la blasfemia se categorizan como pecado. Pablo nos dice que cualquier cosa que no provenga de la fe es pecado (Romanos 14:23). Santiago nos dice que si sabemos hacer lo bueno y rehusamos hacerlo, estamos pecando (Santiago 4:17), mientras que Juan nos dice que toda maldad es pecado (1 Juan 5:17). Estos versículos explican las actitudes y acciones que entran en la categoría de pecado, pero no proveen una definición clara de lo que es el pecado. ¿Cómo sabemos lo que debemos hacer? ¿Cómo reconocemos lo que es maldad? La desobediencia a los mandamientos de Dios es lo opuesto a poner en práctica la justicia. De hecho, ¿sabía usted que esto es lo que define la Biblia como pecado? "Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley" (1 Juan 3:4). Ahí está - la única definición clara del pecado en la Biblia. El pecado es infracción de la ley, quebrantar la Ley de Dios - ya sea mediante la duda, el no creer, la apatía o la rebelión.

La norma mediante la cual somos juzgados es los Diez Mandamientos, los cuales constituyen la forma correcta de Dios para pensar y actuar. "El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio..." (1 Juan 3:8). El pecado nos separa de Dios. La separación de Dios nos roba la oportunidad de la vida eterna con él. Satanás es el maestro en la separación. Su objetivo es causar la separación entre Dios y nosotros, introduciendo el pecado.

¿Por qué es que los cristianos consideran acciones tales como tomar el nombre de Dios en vano, servir a otros llamados dioses, deshonrar a los padres, matar, el adulterio, robar, mentir y la envidia como pecado? Porque sabemos que estas acciones quebrantan la Ley de Dios.

*Tomado del Libro: Los Diez Mandamientos Dos Veces Eliminados (Danny Shelton - Shelley Quinn) *Capítulo 2 - Observarlos o No Observarlos (1ra parte)

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