jueves, 11 de junio de 2009

Descubriendo una gran verdad (Primera Parte)

Fuí instruída en las creencias y prácticas de la denominación bautista. Asistía fielmente todos los domingos a la iglesia. Crecía en el conocimiento de la Palabra de Dios através de los estudios bíblicos y la escuela dominical. Me apasionaba el estudio de las profecías, por lo que dedicaba gran parte del tiempo al estudio de los libros de Daniel y Apocalipsis. Como gran amante de la lectura, pasaba horas leyendo la Biblia y muchos otros libros con base cristiana para la edificación. Estaba continuamente envuelta en actividades de la iglesia y mis dones fueron puestos al servicio del Señor en diferentes ministerios. Yo pensaba estar viviendo un cristianismo de acuerdo a la Palabra de Dios y de su voluntad (claro, con mis altas y bajas, ¿quién no los tiene?) A pesar de estar dedicada por completo al Señor, yo sentía que algo faltaba en mi vida; había algo que yo necesitaba para cumplir por completo con el propósito de Dios en mí. Pero no sabía que era. Pero Dios, en su gran misericordia, me mostró el camino a seguir.

En el año 2007, asistí a un culto al aire libre durante la semana santa. La noche estaba preciosa. Todos los hermanos lucían muy contentos. El ambiente era muy agradable. La parte especial de alabanzas y adoración fue excelente. Esa noche hubo un predicador invitado. El mensaje estubo basado en el pasaje bíblico del libro de Hechos, Capítulo 9: "La Conversión de Saulo". Mientras el siervo de Dios desarrollaba el mensaje, yo escuchaba atentamente. Cuando llegamos al versículo 6, sentí que el Espíritu Santo llamaba mi atención a esta parte del versículo: "Señor, ¿qué quieres que yo haga?". Y yo repetí esta frase varias veces, como esperando de Dios una respuesta. "Señor, ¿qué quieres que yo haga? Yo he rendido mi vida a tí, me he dedicado por completo a tu servicio, he hecho todo lo posible por agradarte, pero siento muy dentro de mí que algo falta para que mi gozo sea completo." Esa noche me fui sin recibir respuesta.
Tengo ya por costumbre, muy buena costumbre por cierto, de leer la Biblia en un año. Así que dos días después de ese culto, estaba yo leyendo la porción bíblica que me tocaba para ese día. Allí se encontraba la respuesta a la insistente oración que había hecho aquella noche. "Qué pide Jehová tu Dios de ti, sino que temas a Jehová tu Dios, que andes en todos sus caminos, y que lo ames, y sirvas a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma; que guardes los mandamientos de Jehová y sus estatutos, que yo te prescribo hoy, para que tengas prosperidad" (Deuteronomio 10:12-13). Estaba llena de emoción al recibir la respuesta de parte de Dios através de su Santa Palabra. En ese momento me sentí muy satisfecha con la contestación. Bueno, era lo que siempre había tratado de hacer durante toda mi vida cristiana. Así que me sentí tranquila. Pensé entonces que había estado haciendo lo correcto, y no tenía por qué sentirme con la necesidad de hacer algo más. Amaba a Dios con todo mi corazón, andaba en todos sus caminos y guardaba sus mandamientos...Lamentablemante ese era mi pensar, pero Dios que juzga todas las cosas, me quería mostrar que verderamente algo faltaba en mi vida y yo todavía no me había dado por enterada. A mi parecer todo estaba bien, pero no era así. Estaba fallando en la parte de guardar uno de sus mandamientos. Ah!, pero yo no era fácil de convencer, así que, en vez de Dios enviar a alguien a hablarme del asunto, Dios mismo se encargó.
Un par de días después, estaba yo haciendo cosas en mi casa, lo que toda ama de casa suele hacer: recoger, limpiar, lavar, etc. y Dios llamó mi atención a un libro, que ni yo sabía cómo había llegado a mi hogar (luego lo supe). El tema me pareció muy curioso: "Los Diez Mandamientos Dos Veces Eliminados". Yo me decía, ¿cómo era posible? Así que sin pensarlo dos veces, tomé el libro y comencé a leerlo. Mientras leía, una gran verdad se asomaba ante mis ojos; no podía creerlo y lloraba inconsolablemente. ¿Cómo podía yo haber estado engañada por tanto tiempo? Les tengo que confesar que en un principio yo no podía aceptar aquella verdad. Tenían que estar equivocados aquellos autores. Pero vez tras vez recibía confirmación de parte de Dios. Por casi dos años luché en contra de la voluntad de Dios, hasta que un día no pude más, y tuve que aceptar la verdad que Dios mismo me había revelado.
  • "Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres." Juan 8:32
  • "Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces." Jeremías 33:3

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