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sábado, 14 de agosto de 2010

Pescador de Hombres

"El justo por la fe vivirá"

"Fui un monje piadoso, y seguía las reglas de mi orden más estrictamente de lo que puedo expresar. Si alguna vez un monje pudiese obtener el cielo por sus obras monásticas, ciertamente yo habría tenido el título para ello. Pero, si hubiera seguido así por más tiempo, me habría mortificado hasta morir."

Sin embargo, a pesar de sus obras y mortificaciones, el monje nunca sentía la aceptación de Dios, nunca creía que era suficientemente bueno para ser salvo. Su desesperación personal era tan grande que lo estaba destruyendo física y mentalmente, por cuanto, al creer en la realidad de la ira de Dios, él temía la perspectiva de tener que afrontarla.

Después de todo, ¿quién no habría estado en esa condición?

Entonces, un día, en su estudio de la Biblia, saltó a su conciencia un texto que cambió no solo su vida, sino también la historia del mundo: "El justo por la fe vivirá." (Romanos 1:17) Sus ojos se habían abierto: su aceptación de Dios no se basaba en sus obras, ni en sus mortificaciones corporales, ni en sus actos, sino en los méritos de Cristo. Nunca más estaría abierto a los engaños de una teología que ponía la esperanza de salvación en otra cosa que no fuera la justicia de Cristo dada al creyente solamente por medio de la fe.

El monje, por supuesto, era Martín Lutero, a quien Dios usó para iniciar la revolución religiosa más grande de la historia cristiana: La Reforma Protestante.

Para Lutero, todo comenzó en el libro de Romanos. No sorprende que esta revuelta protestante contra Roma comenzara en Romanos (suficientemente irónico), porque este libro ha desempeñado un papel clave en la historia del pensamiento cristiano. Todos los movimientos del cristianismo para volver al evangelio puro y al tema de la "justificación por la fe" han hallado su punto de partida en la Epístola de Pablo a los Romanos. La epístola contiene una presentación teológica completa del evangelio y de la esperanza que este presenta a la humanidad caída.

Esta luz del libro de Romanos dispersó la oscuridad que había envuelto a Lutero y a millones de otros, luz que les reveló no solo la gran verdad de que Cristo perdona a los pecadores, sino también que Cristo tiene poder para limpiarnos del pecado.

Por eso en este día yo te presento a Cristo, nuestro Señor y Salvador. Sólo El es el camino al Padre; sólo através de Jesucristo tenemos perdón de pecados. Sólo su preciosa sangre derramada en la cruz del calvario nos limpia de toda maldad y nos da acceso al trono de la gracia. "Por que por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe." (Efesios 2:8-9) "Justificados, pues por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; por quien tenemos también entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes..." (Romanos 5:1-2)

¿Quieres hoy recibir en tu corazón a Cristo como tu Salvador personal? Cristo te dice: "He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, cenaré con él, y él conmigo. Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono." (Apocalipsis 3:20-21)

"He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación."

¡Dios te bendiga y te guarde!

sábado, 3 de julio de 2010

Oraciones Respondidas

"Pacientemente esperé a Jehová, y se inclinó a mí, y oyó mi clamor." Salmo 40:1

Podía oir el tic-tac del reloj al lado de mi cama. Se acercaba el amanecer y comenzaban a caer lágrimas por mis mejillas. Sabía que había llegado la hora de la conversación matutina con mi Padre celestial; sin embargo, esa mañana necesitaba comunicarme con alguien a quien pudiera ver, sentir y tocar. Alguien que me llevara en sus brazos, que secara mis lágrimas y me asegurara que todo estaría bien.

Clamé al Señor, en mi desesperación. Le conté que el cordel del tendedero se había roto. Le conté del estanque de los peces que necesitaba ser limpiado urgentemente. Le conté de todos los trámites que debía realizar antes del final del día. La lista era interminable. "Señor, escucha mis oraciones, por favor, envíame ayuda hoy."

Tomé mi Biblia, me sequé las lágrimas y busqué Isaías 43. Aquí se me recordaba nuevamente que era preciosa a los ojos de Dios, y que él me amaba. ¡Sí! El tenía un amor especial por mí. Sentí como un relámpago que pasaba por mi cuerpo, y me di cuenta de que no estaba sola. Alguien estaba al lado de mi cama; ahora caían lágrimas de gozo; un gozo que no se puede explicar. De pronto me sentí segura, ms fuerzas estaban renovadas. Sabía que Dios se ocuparía de todos mis problemas.

Mientras me estaba cambiando, sonó el teléfono. No podía contener mi felicidad cuando el propietario me dijo que había pasado temprano, había visto la soga en el suelo y la había arreglado. Ahora tenía una soga más resistente en la cual colgar la ropa.

Mientras volvía a mi hogar esa tarde agradecí a Dios por sus maravillosas bendiciones a lo largo del día. Había completado mis trámites. Pero Dios no había terminado conmigo todavía. ¿Te imaginas mi asombro cuando encontré el estanque de los peces completamente limpio? Sí, una amiga había pasado a visitarme y, junto con mi sobrina, habían decidido limpiarlo.

Verdaderamente, Dios es un Dios de lo imposible. Pidámosle que nos dé la fe que moverá montañas. "Esta fe se elevará por encima de las tormentas del desaliento y la adversidad, triunfará sobre el tiempo y continuará encendida mientras espera el cumplimiento de su objetivo. Te pedimos esa fe hoy." (Oswald J. Smith)

Por: Donna Brown

domingo, 2 de agosto de 2009

La Palabra que Sustenta

Salmo 119:25-32

119:25 Abatida hasta el polvo está mi alma; vivifícame según tu palabra.

119:26 Te he manifestado mis caminos, y me has respondido; enséñame tus estatutos.

119:27 Hazme entender el camino de tus mandamientos, para que medite en tus maravillas.

119:28 Se deshace mi alma de ansiedad; susténtame según tu palabra.

119:29 Aparta de mí el camino de la mentira, y en tu misericordia concédeme tu ley.

119:30 Escogí el camino de la verdad; he puesto tus juicios delante de mí.

119:31 Me he apegado a tus testimonios; Oh Jehová, no me avergüences.

119:32 Por el camino de tus mandamientos correré, cuando ensanches mi corazón.

domingo, 26 de julio de 2009

Las Dos Grandes Leyes de la Biblia

Muchos cristianos creen que la Ley de los Diez Mandamientos fue clavada en la cruz. Basan esta creencia en Colosenses 2:14, "anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz."

Es de importancia crítica el determinar la naturaleza exacta del "acta de los decretos" - este código escrito con todas las reglamentaciones y requirimientos que fue clavado en la cruz. ¿Eran éstos los Diez Mandamientos de Dios? ¿O era este en verdad el Libro de la Ley, escrito por Moisés?

La Biblia habla de dos grandes "leyes":

1. La Ley de Dios (los "Diez Mandamientos" o las "dos tablas del Testimonio"), también conocidos como la Ley Moral, La Ley del Amor, y el Decálogo.

2. La Ley de Moisés (el "Libro de la Ley", 0 "el Libro del Pacto"), también conocido como la Ley Ceremonial y la Ley Mosaica.

Dios estableció en forma única los maravillosos propósitos que él quizo para la función de estas dos leyes. Pero, un entendimiento opaco de las diferencias de las dos han llevado a muchos cristianos sinceros a la confusión - especialmente al interpretar las referencias del Nuevo Testamento con relación a la ley.

¿Por qué es que hay tanta confusión? Los escritores bíblicos en muchas ocasiones usan el singular de la palabra "ley" para referirse a la Ley de Dios o la Ley de Moisés. Si no tenemos un entendimiento claro de sus propósitos, es fácil perder el contexto de lo escrito y llegar a conclusiones erróneas.

Por ejemplo, Pablo escribió: "Porque todos los que dependen de las obras de ley están bajo maldición...por la ley nadie se justifica para con Dios...la ley no es de fe... Cristo nos redimió de la maldición de la ley" (Gálatas 3:10-13).

Sin embargo, también fue inspirado a escribir: "¿Luego por la fe invalidamos la ley? En ninguna manera, sino que confirmamos la ley...De manera que la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno" (Romanos 3:31; 7:12)

¿Puede identificar a cuál de las dos leyes se refería Pablo en estos dos pasajes? Al terminar este estudio, usted sabrá que en Gálatas 3:10-13, él se refirió a la ley de Moisés - y en Romanos 3:31 y 7:12, se refería a los Diez Mandamientos, la Ley de Dios, establecida en nuestros corazones por la fe.

¿Alguna vez ha sentido como si una nube de confusión restara sobre los escritos de Pablo? Esa niebla se evaporará rápidamente al examinar las diferencias entre estas leyes.

Al tener un entendimiento más claro, podríamos entrar en el Nuevo Testamento y correctamente esclarecer la palabra de verdad. Cuando leamos los escritos del apóstol Pablo acerca de "la ley", podremos estudiar el contexto y determinar si se refiere a la Ley de Dios, o a la Ley de Moisés.

Pablo fue el autor del libro a los Colosenses. Bajo inspiración divina, escribió que Cristo clavó en la cruz "el acta de los decretos" que había contra nosotros. Una errada interpretación mantiene a algunas personas declarando que Pablo enseñó que la Ley de Dios está obsoleta.

Cuando usted complete este capítulo y el próximo, espero que pueda ver que Pablo nunca tuvo la intención de que el acta de decretos contra nosotros se confundiera con la Ley de Dios de los Diez Mandamientos. Dejaremos que la Biblia pruebe que Pablo nunca descartó la Ley de los Diez Mandamientos que Dios ecribió con su propio dedo en tablas de piedra.

La Biblia nunca se contradice. Los escritos bíblicos no se oponen unos a otros. Las contradicciones nacen al sacar los escritos bíblicos fuera de contexto y al aplicarlos incorrectamente. A primera vista, algunos textos parecen contradecirse. En estos casos, es importante examinar el contexto primero y luego investigar otras enseñanzas bíblicas sobre el tema.

A veces es necesario consultar el texto en el idioma original en que se escribió para poder entender claramente la intención del escritor al escoger esas palabras. Hay muchas ayudas disponibles que nos proveen un creciente conocimiento de palabras en griego y en hebreo.

"Toda la escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redarguir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra." (2 Timoteo 3:16-17)

Cuando Pablo escribió estas palabras, se refería al Antiguo Testamento. Sin embargo, su aseveración también es cierta acerca del Nuevo Testamento. Su referencia fue inspirada para incluir y no para excluir.

Puede estar seguro que Dios nunca se contradijo a Sí mismo al compartir sus pensamientos divinos con los tantos escritores bíblicos. ¿Puede ver por qué no puede haber desacuerdo entre los escritos del Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento? Si estamos confundidos por lo que parece ser contradictorio, tenemos que buscar en las Escrituras de ambos Testamentos para vencer nuestro conocimiento limitado.

Algunas personas se consideran ser "cristianos del Nuevo Testamento", dando a entender que solamente consultan el Nuevo Testamento para las enseñanzas. Desdichadamente, alguien enseñó a estos creyentes bien intencionados que el Nuevo Testamento canceló las enseñanzas del Antiguo Testamento. Pablo no está de acuerdo. El dijo que Dios inspiró "toda la Escritura" para estar preparados para toda buena obra.

El Antiguo Testamento contiene un volumen de la Escritura para prepararnos cinco o seis veces más grande que el Nuevo. Es imposible interpretar uno sin el otro - el Antiguo Testamento contiene el Nuevo y el Nueco explica el Antiguo. Usted encontrará a Cristo Jesús en cada libro de la Biblia.

El Cristo resucitado le dijo a sus discípulos, "Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos" (Lucas 24:44).

Jesús también dijo, "Por eso todo escriba docto en el reino de los cielos es semejante a un padre de familia, que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas" (Mateo 13:52).

Hay tesoros espirituales en el Antiguo Testamento y en el Nuevo Testamento. El error de eliminar el Antiguo Testamento ha cerrado la puerta para entender la naturaleza eterna de la Ley de Dios de los Diez Mandamientos.

¿Sabía usted que el Antiguo Testamento revela que la Ley de Dios estaba en vigencia antes de ser entregada en tablas de piedra en el Monte Sinaí? Hemos de ver esto en el capítulo cinco, donde aprenderemos que el pueblo de Dios violó sus Diez Mandamientos, lo cual obligó a instituir la Ley de Moisés.

Si eliminamos el Antiguo Testamento, no podemos saber que Moisés escribió el Libro de la Ley (la "Ley de Moisés"), o que registró aproximadamente 640 ordenanzas con su propio dedo. Sin este conocimiento, ¿cómo podemos ni tan siquiera comenzar a entender que las "ordenanzas escritas" que fueron clavadas en la cruz era la Ley de Moisés? ¿Cómo podemos aprender que la ley moral de Dios - los Diez Mandamientos - es eterna y la única definiciónde pecado que existe en la Biblia?

"Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley" (1 Juan 3:4). El pecado es ignorar la Ley de Dios. Reconocemos que el homicidio, el robo, la mentira, el adulterio, el odio, la profanación y toda clase de pecado existe hoy. ¿No es cierto que nuestro mundo está en caos debido al pecado? Para darnos cuenta de que existe el pecado en el mundo, tiene que haber una ley que esté en vigencia que defina el pecado como "pecado".

El Antiguo tanto como el Nuevo Testamento están de acuerdo, "El alma que pecare, esa morirá... Porque la paga del pecado es muerte..." (Ezequiel 18:20; Romanos 6:23). Es imposible que exista el pecado a menos que haya una ley que lo defina.

Podemos aplicar este principio a cuando comenzó el tiempo y solamente había dos personas creadas sobre nuestro planeta. Dios dio instrucciones a Adán y Eva, "De todo árbol del huerto podrás comer, mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás..." (Génesis 2:16-17)

Dios les advirtió que morirían si pecaban al ignorar esta simple ley. ¿Acaso no registra la historia que ellos comieron del árbol prohibido? ¿Y qué sucedió? Sufrieron la muerte espiritual en forma inmediata y eventualmente la muerte física. ¡Esa es la paga del pecado!

Pero si Dios no hubiese establecido la ley, ellos podrían haber saboreado la deliciosa fruta sin sufrir consecuencia alguna. Sin haber una ley qué quebrantar, no podrían haber sido culpables de "infracción". El pecado no puede existir a menos que haya una ley que lo defina.

Vayamos rápidamente a la edad presente - ¿es acaso toda la humanidad culpable de pecado? ¿Qué dice la Biblia? "Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros" (1 Juan 1:8). Para llegar a un mejor entendimiento de lo que es pecado, examinaremos las dos grandes leyes bíblicas.

¿Prueba la Biblia que la Ley de los Diez Mandamientos de Dios es eterna? En contraste, ¿demuestra la Biblia que la Ley de Moisés fue añadida en forma temporera para remediar la violación de la Ley de Dios? ¿Ordenó Dios que la segunda división de la ley (la Ley de Moisés) permaneciera en vigencia solamente hasta que Cristo estableciera el Nuevo Pacto en la cruz? ¿Contiene el Nuevo Pacto los Diez Mandamientos?

La Biblia lo explica claramente y es fácil de entender - ¡y no hay nada más importante que esta generación necesite captar y entender!

*Tomado del Libro: Los Diez Mandamientos Dos Veces Eliminados (Danny Shelton - Shelley Quinn) *Capítulo 3 - Dos Leyes, Dos Pactos - Desenredando la Confusión (2da parte)

lunes, 13 de julio de 2009

¿Estás estudiando la Biblia?

"Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón; porque tu nombre se invocó sobre mí, oh Jehová Dios de los ejércitos." (Jeremías 15:16)

¿No resulta estimulante cuando las verdades de Dios nos quedan reveladas? Cuando el Espíritu Santo nos ilumina el entendimiento sobre las Escrituras - exponiendo la esencia de la verdad de Dios que nos era velada antes - tenemos razón para regocijarnos. ¡Dios nos habla!

Desdichadamente, las demandas de nuestro mundo apresurado, la alta tecnología y la multimedia compiten con nuestra devoción al estudio de la Biblia. ¡Compiten y demasiadas veces ganan! la mayoría de cristianos hoy ya faltos de tiempo le dan poco esfuerzo al estudio serio de la Biblia.

La mayoría de cristianos dependen solamente de lo que se les enseña a través de su denominación. Sabemos "qué es lo que creemos", pero no siempre podemos explicar "por qué lo creemos". Esto nos coloca en una condición espiritual precaria.

Hay tantas convicciones conflictivas dentro de la comunidad cristiana. ¿Cómo sabemos - con certeza - que lo que creemos es la verdad? Solamente hay una forma. Tenemos que buscar las Escrituras por nosotros mismos. Jesús dijo que si continuamos en su Palabra, hemos de conocer la verdad - y la verdad nos hará libres (Juan 8:31-32).

Tal vez una de las verdades más malentendidas de la Biblia hoy en día es la diferencia entre las dos grandes divisiones de "la ley". Este malentendido causa confusión en el contraste que hay entre el Antiguo Pacto y el Nuevo Pacto.

En este capítulo y en el próximo, hemos de examinar lo que la Biblia revela acerca de estos temas y hemos de esclarecer la verdad. Este estudio conciso a vuelo de pájaro se escribió para el cristiano que carece de tiempo. En sólo un corto tiempo, podrá comprender claramente cómo las Escrituras definen las dos leyes de la Biblia, y el Antiguo Pacto y el Nuevo Pacto.

"Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad." (2 Timoteo 2:15)

¿Quiere saber por sí mismo lo que la Biblia en verdad dice? Este estudio le ayudará a hacer que la verdad le sea clara y sencilla. Esto establecerá un fundamento básico para poder comprender la Palabra de Dios y Su voluntad para usted.

*Tomado del Libro: Los Diez Mandamientos Dos Veces Eliminados (Danny Shelton - Shelley Quinn) *Capítulo 3 - Dos Leyes, Dos Pactos - Desenredando la Confusión (1ra parte)

miércoles, 8 de julio de 2009

Muchas Bendiciones para el que guarda la Palabra de Dios

Salmo 119:17-24

119:17 Haz bien a tu siervo; que viva, y guarde tu palabra.

119:18 Abre mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley.

119:19 Forastero soy yo en la tierra; no encubras de mí tus mandamientos.

119:20 Quebrantada está mi alma de desear tus juicios en todo tiempo.

119:21 Reprendiste a los soberbios, los malditos, que se desvían de tus mandamientos.

119:22 Aparta de mí el oprobio y el menosprecio, porque tus testimonios he guardado.

119:23 Príncipes también se sentaron y hablaron contra mí; mas tu siervo meditaba en tus estatutos,

119:24 Pues tus testimonios son mis delicias y mis consejeros.

lunes, 29 de junio de 2009

Limpieza através de la Palabra de Dios

Salmo 119:9-16

119:9 ¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra.

119:10 Con todo mi corazón te he buscado; No me dejes desviarme de tus mandamientos.

119:11 En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti.

119:12 Bendito tú, oh Jehová; Enséñame tus estatutos.

119:13 Con mis labios he contado todos los juicios de tu boca.

119:14 Me he gozado en el camino de tus testimonios más que de toda riqueza.

119:15 En tus mandamientos meditaré; Consideraré tus caminos.

119:16 Me regocijaré en tus estatutos; No me olvidaré de tus palabras.

lunes, 22 de junio de 2009

El pecado es infracción de la ley

Jesús dijo "El Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido...Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí." (Lucas 19:10; Juan 14:6) A Cristo le apasiona salvar al perdido. El enfatizó las parábolas de la oveja perdida, la moneda perdida y el hijo perdido, con gozo exuberante al recobrarlos. El propósito de su venida fue destruir la obra del diablo - buscar y salvar lo que se había perdido.

Las personas de la fe cristiana comprenden que "estar separados" del Señor Jesús significa estar "perdidos". Como seguidores de Cristo, se nos ha enseñado que nuestro privilegio (y nuestro deber) es compartir las buenas nuevas de la salvación. El reino de Dios avanza a medida que aquellos que han sido salvados por Jesús - el Camino, la Verdad y la Vida - comparten su testimonio y ministran a aquellos que están espiritualmente perdidos. Pero ¿cómo reconocemos quién está perdido? Cuando escuchamos a una persona de lenguaje obsceno usando el nombre de Dios en vano, creemos que necesita escuchar acerca del santo y justo Dios de amor. Si vemos a alguien viviendo en adulterio o adorando a "otros dioses", entendemos que no están unidos a Cristo. Si leemos acerca de un hombre que acaba de asaltar un banco o que asesinó a alguien, sabemos que necesita experimentar el poder salvador de Jesús. Cada vez que las acciones de una persona reflejan una notoria indiferencia hacia los Mandamientos de Dios, reconocemos que está separada de Cristo. La Biblia los clasifica como perdidos - espiritualmente muertos. "Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos. El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él." (1 Juan 2:3-4) ¿Puede alguien conocer a Cristo sin obedecer sus mandamientos? Lea ese versículo nuevamente. Luego considere cómo es que Juan nos describe a los que son los hijos de Dios: "Si sabéis que él es justo, sabed también que todo el que hace justicia es nacido de él." (1 Juan 2:29)

La Biblia define muchas cosas como pecado. La murmuración, la jactancia, la incredulidad y la blasfemia se categorizan como pecado. Pablo nos dice que cualquier cosa que no provenga de la fe es pecado (Romanos 14:23). Santiago nos dice que si sabemos hacer lo bueno y rehusamos hacerlo, estamos pecando (Santiago 4:17), mientras que Juan nos dice que toda maldad es pecado (1 Juan 5:17). Estos versículos explican las actitudes y acciones que entran en la categoría de pecado, pero no proveen una definición clara de lo que es el pecado. ¿Cómo sabemos lo que debemos hacer? ¿Cómo reconocemos lo que es maldad? La desobediencia a los mandamientos de Dios es lo opuesto a poner en práctica la justicia. De hecho, ¿sabía usted que esto es lo que define la Biblia como pecado? "Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley" (1 Juan 3:4). Ahí está - la única definición clara del pecado en la Biblia. El pecado es infracción de la ley, quebrantar la Ley de Dios - ya sea mediante la duda, el no creer, la apatía o la rebelión.

La norma mediante la cual somos juzgados es los Diez Mandamientos, los cuales constituyen la forma correcta de Dios para pensar y actuar. "El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio..." (1 Juan 3:8). El pecado nos separa de Dios. La separación de Dios nos roba la oportunidad de la vida eterna con él. Satanás es el maestro en la separación. Su objetivo es causar la separación entre Dios y nosotros, introduciendo el pecado.

¿Por qué es que los cristianos consideran acciones tales como tomar el nombre de Dios en vano, servir a otros llamados dioses, deshonrar a los padres, matar, el adulterio, robar, mentir y la envidia como pecado? Porque sabemos que estas acciones quebrantan la Ley de Dios.

*Tomado del Libro: Los Diez Mandamientos Dos Veces Eliminados (Danny Shelton - Shelley Quinn) *Capítulo 2 - Observarlos o No Observarlos (1ra parte)

miércoles, 17 de junio de 2009

Los Diez Mandamientos

1. No tendrás dioses ajenos delante de mí.

2. No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos.

3. No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano.

4. Acuérdate del día de reposo para santificarlo. Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas. Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó.

5. Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da.

6. No matarás.

7. No cometerás adulterio.

8. No hurtarás.

9. No hablarás contra tu prójimo falso testimonio.

10.No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo.

Exodo 20:3-17



Salmo 119:1-8
119:1 Bienaventurados los perfectos de camino, los que andan en la ley de Jehová.
119:2 Bienaventurados los que guardan sus testimonios, y con todo el corazón le buscan; 119:3 Pues no hacen iniquidad los que andan en sus caminos.
119:4 Tú encargaste que sean muy guardados tus mandamientos.
119:5 ¡Ojalá fuesen ordenados mis caminos para guardar tus estatutos!
119:6 Entonces no sería yo avergonzado, cuando atendiese a todos tus mandamientos.
119:7 Te alabaré con rectitud de corazón cuando aprendiere tus justos juicios.
119:8 Tus estatutos guardaré; no me dejes enteramente.

Recuerda...
"Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús." Apocalipsis 14:12

jueves, 11 de junio de 2009

Descubriendo una gran verdad (Primera Parte)

Fuí instruída en las creencias y prácticas de la denominación bautista. Asistía fielmente todos los domingos a la iglesia. Crecía en el conocimiento de la Palabra de Dios através de los estudios bíblicos y la escuela dominical. Me apasionaba el estudio de las profecías, por lo que dedicaba gran parte del tiempo al estudio de los libros de Daniel y Apocalipsis. Como gran amante de la lectura, pasaba horas leyendo la Biblia y muchos otros libros con base cristiana para la edificación. Estaba continuamente envuelta en actividades de la iglesia y mis dones fueron puestos al servicio del Señor en diferentes ministerios. Yo pensaba estar viviendo un cristianismo de acuerdo a la Palabra de Dios y de su voluntad (claro, con mis altas y bajas, ¿quién no los tiene?) A pesar de estar dedicada por completo al Señor, yo sentía que algo faltaba en mi vida; había algo que yo necesitaba para cumplir por completo con el propósito de Dios en mí. Pero no sabía que era. Pero Dios, en su gran misericordia, me mostró el camino a seguir.

En el año 2007, asistí a un culto al aire libre durante la semana santa. La noche estaba preciosa. Todos los hermanos lucían muy contentos. El ambiente era muy agradable. La parte especial de alabanzas y adoración fue excelente. Esa noche hubo un predicador invitado. El mensaje estubo basado en el pasaje bíblico del libro de Hechos, Capítulo 9: "La Conversión de Saulo". Mientras el siervo de Dios desarrollaba el mensaje, yo escuchaba atentamente. Cuando llegamos al versículo 6, sentí que el Espíritu Santo llamaba mi atención a esta parte del versículo: "Señor, ¿qué quieres que yo haga?". Y yo repetí esta frase varias veces, como esperando de Dios una respuesta. "Señor, ¿qué quieres que yo haga? Yo he rendido mi vida a tí, me he dedicado por completo a tu servicio, he hecho todo lo posible por agradarte, pero siento muy dentro de mí que algo falta para que mi gozo sea completo." Esa noche me fui sin recibir respuesta.
Tengo ya por costumbre, muy buena costumbre por cierto, de leer la Biblia en un año. Así que dos días después de ese culto, estaba yo leyendo la porción bíblica que me tocaba para ese día. Allí se encontraba la respuesta a la insistente oración que había hecho aquella noche. "Qué pide Jehová tu Dios de ti, sino que temas a Jehová tu Dios, que andes en todos sus caminos, y que lo ames, y sirvas a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma; que guardes los mandamientos de Jehová y sus estatutos, que yo te prescribo hoy, para que tengas prosperidad" (Deuteronomio 10:12-13). Estaba llena de emoción al recibir la respuesta de parte de Dios através de su Santa Palabra. En ese momento me sentí muy satisfecha con la contestación. Bueno, era lo que siempre había tratado de hacer durante toda mi vida cristiana. Así que me sentí tranquila. Pensé entonces que había estado haciendo lo correcto, y no tenía por qué sentirme con la necesidad de hacer algo más. Amaba a Dios con todo mi corazón, andaba en todos sus caminos y guardaba sus mandamientos...Lamentablemante ese era mi pensar, pero Dios que juzga todas las cosas, me quería mostrar que verderamente algo faltaba en mi vida y yo todavía no me había dado por enterada. A mi parecer todo estaba bien, pero no era así. Estaba fallando en la parte de guardar uno de sus mandamientos. Ah!, pero yo no era fácil de convencer, así que, en vez de Dios enviar a alguien a hablarme del asunto, Dios mismo se encargó.
Un par de días después, estaba yo haciendo cosas en mi casa, lo que toda ama de casa suele hacer: recoger, limpiar, lavar, etc. y Dios llamó mi atención a un libro, que ni yo sabía cómo había llegado a mi hogar (luego lo supe). El tema me pareció muy curioso: "Los Diez Mandamientos Dos Veces Eliminados". Yo me decía, ¿cómo era posible? Así que sin pensarlo dos veces, tomé el libro y comencé a leerlo. Mientras leía, una gran verdad se asomaba ante mis ojos; no podía creerlo y lloraba inconsolablemente. ¿Cómo podía yo haber estado engañada por tanto tiempo? Les tengo que confesar que en un principio yo no podía aceptar aquella verdad. Tenían que estar equivocados aquellos autores. Pero vez tras vez recibía confirmación de parte de Dios. Por casi dos años luché en contra de la voluntad de Dios, hasta que un día no pude más, y tuve que aceptar la verdad que Dios mismo me había revelado.
  • "Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres." Juan 8:32
  • "Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces." Jeremías 33:3

miércoles, 10 de junio de 2009

Mi Testimonio

Desde pequeña pude experimentar la gracia y el amor de Dios hacia mí. Aunque no nací en un hogar cristiano, Dios proveyó los medios necesarios para tener un encuentro personal con él. Mis padres eran católicos, no muy practicantes que digamos, así que sólo asistíamos a la iglesia en fechas especiales como semana santa, navidad y otras. Nací en Estados Unidos, y viví allá los primeros siete años de mi vida. La interacción con Dios y el ambiente cristiano era practicamente ninguna. No tenía ningún conocimiento de Jesús y de su sacrificio hecho en la cruz por la salvación de la humanidad. Sólo recuerdo cierta ocasión, a la edad de cinco años, que fuimos a Puerto Rico de vacaciones durante semana santa y mis padres me llevaron a ver una procesión. Ver al hombre que llevaba la cruz y ser azotado por los soldados causó una fuerte impresión en mí, tanto así que aún en el presente la imagen continúa viva en mi mente. Dos años después nos mudamos para Puerto Rico. Allí la misercordia de Dios me alcanzó. A la edad de nueve años, unas amigas de la infancia me invitaron a la iglesia. Fue la primera vez que asistía a una iglesia protestante. Todo era nuevo para mí. Por mucho tiempo estuve escuchando la Palabra de Dios, pero no fue hasta los doce años cuando entregué mi corazón a Jesús. A los trece me bauticé. Desde entonces he vivido consagrada a él.
Durante mi juventud trabajé en la obra del Señor en ministerios de jóvenes, escuelas bíblicas de verano, evangelismo, y otros. Fuí creciendo en el conocimiento de la Palabra de Dios, a la par que tenía una lucha espiritual con tentaciones típicas de la juventud. Aún así permanecí firme en sus caminos sin apartarme. Sólo la gracia de Dios me sostenía. A la edad de 17 años decidí estudiar en un colegio universitario bautista para ser misionera. La oposición de mis padres no tardó mucho en llegar. De ninguna manera querían ver mi vida "desperdiciada" en tal "tontería". En contra de la voluntad de mis padres, me fuí siguiendo el llamado que tenía de parte de Dios. No fue nada fácil. Sólo pude estudiar por seis meses. Sufrí muchas privaciones, pero Dios suplió para todas mis necesidades durante ese tiempo. La presión de mis padres y familiares no me permitieron terminar mis estudios. Regresé a mi hogar con la esperanza de volver. Estuve trabajando como cajera en una farmacia por siete meses hasta que Dios abrió las puertas para que pudiera volver a estudiar. Sólo pude estar por dos años. A sólo un año y medio de culminar los estudios, mis padres se divorciaron y mi madre cayó en una fuerte depresión. Mi madre me necesitaba, así que por segunda vez, me iba del colegio para regresar a mi hogar. Pero aún en la adversidad, Dios tenía una gran bendición para mí.
Sin terminar mi preparación académica, recibí una oferta de trabajo en una escuela cristiana muy cerca de mi casa. Como maestra de nivel elemental, enseñaba todas las clases. Pero lo glorioso de este trabajo era tener la oportunidad de enseñar la Palabra de Dios. La filosofía educativa de dicho colegio se basaba en la Biblia. Así que la primera materia del día era la clase de Biblia. ¡Cuán grande es Dios! Tenía la libertad de anunciar las buenas nuevas de salvación por medio de Jesucristo y de hablar de las maravillas de Dios. Mientras trabajaba, pude culminar mi bachillerato en educación en una universidad cercana. Hoy día, más que un trabajo, es mi ministerio. Dios ya había trazado este plan maravilloso para mí. El ser misionera era mi deseo más anhelado, pero Satanás trató por todos los medios de tronchar mis sueños. Aunque no me encuentre en un campo misionero en Africa, o en la selva del Amazonas, o en algún otro lugar remoto, Dios cumplió su propósito en mí al brindarme cada año un grupo de niños donde sembrar su Palabra.
  • "Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados." Romanos 8:28
  • "Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios." Romanos 11:29
  • "Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo." Filipenses 1:6
  • "Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él." Proverbios 22:6
  • "...y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra." Hechos 1:8b