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viernes, 31 de julio de 2009

¿Preocuparse o Contemplar?

"Me acordé en la noche de tu nombre, oh Jehová, y guardé tu ley." Salmo 119:55

Todo salía mal aquel día en la vida de Francisco. La turbulencia financiera que el país atravesaba parecía ser la gota de agua que faltaba para que su empresa se fuera al fondo del pozo. En aquella fábrica estaban invertidos todos sus recursos financieros, sus sueños, sus esperanzas, expectativas de vida y años de dedicación y esfuerzo.

Acostado en la cama, aquella noche no podía dormir. Daba vueltas de un lado al otro, tratando de descubrir una salida a la situación, pero solo veía sombras y oscuridad a su alrededor.

Francisco, al igual que nuestra sociedad, ignoraba lo que dice el salmo de hoy: "Me acordé en la noche de tu nombre, oh Jehová." Parece que las personas prefieren más la preocupación que la contemplación. ¿Cuál es la diferencia? La preocupación concentra tu energía en el problema. La contemplación, te lleva a mirar hacia arriba y ver a Dios. Preocupándote, haces como la persona que se está ahogando en el mar, da brazadas improductivas para todos lados, traga agua y se desespera. Contemplando la grandiosidad divina, comprendes que no todo está perdido, aunque desde el punto de vista humano, parezca que no hay salida.

"Me acordé en la noche de tu nombre, oh Jehová", exclama David. El nombre por el cual Dios se identifica a sí mismo es: "Yo soy". El secreto de la vida victoriosa está en saber quién es Dios y quién eres tú. Hay cosas que solo Dios puede hacer, y hay cosas que Dios no hará en tu lugar.

David, como todo ser humano, tuvo que enfrentar problemas. Un joven pastor de ovejas como él, perseguido por los ejércitos del rey, parecía tener un problema sin solución, pero cuando la noche llegaba, en lugar de atormentarse con sus preocupaciones, David contemplaba a Dios y una paz extraordinaria inundaba su corazón, porque sabía que existían principios establecidos para regir los destinos del universo y de la vida. David llamaba a esos principios: "ley". "Guardé tu ley". afirma él. ¿Puede haber derrota cuando estás dispuesto a seguir las instrucciones divinas? Por eso, hoy debes decir: "Me acordé en la noche de tu nombre, oh Jehová, y guardé tu ley", y encara sin miedo los desafíos que la vida te presente.

domingo, 5 de julio de 2009

Extiende Tu Mano

"No te niegues a hacer el bien a quien es debido, cuando tuvieres poder para hacerlo." Proverbios 3:27

La teoría de la sabiduría es el conocimiento, y la práctica acertada del conocimiento es la sabiduría. ¿Esto quiere decir que el ser humano que quiere vivir sabiamente, necesita "entender" que hacer el bien es parte de su propio bienestar? ¡NO! Necesita más. "Entender" es solamente la teoría. "Extender" la mano es la práctica. La sabiduría combina la teoría y la práctica de una manera admirable.

Todos los días, en cualquier esquina, está a nuestra mano hacer el bien. Las oportunidades no faltan. No es necesario salir a buscarlas. Están en nuestro camino, esperándonos con la mano extendida. No son solamente los que piden limosna o los chicos de la calle. Son corazones heridos, vidas destruídas, gente desesperada, esperando una palabra de consuelo, una sonrisa o apenas un leve toque en el hombro. Es gente hambrienta de amor.

El otro día, mientras esperaba el ascensor, vi a la mucama del hotel siendo maltratada por la jefa. Volví a la tarde y me encontré con la joven agredida en el pasillo. Estaba triste. Pensé varias veces antes de hablar. Estaba apurado. Debía bañarme, cambiarme de ropa rápidamente porque me estaban esperando en la recepción. Estaba en mí poder hacer el bien y lo hice. Mirando a sus ojos, le dije: "Usted vale más de lo que piensa y de lo que los demás piensan. No permita que las palabras dichas en un momento de ira le quiten la paz de su corazón. Mañana será un nuevo día."

A la noche, cuando volví a mi cuarto, encontré una nota que había sido colocada debajo de la puerta. "Muchas gracias, no sabe cuánto me ayudaron sus palabras."

Fue animador para ella y gratificante para mí. Anima a los demás, ofréceles más que una simple moneda, dales una porción de tu corazón. Cuesta poco y haace mucho bien.

Si hoy te toca pasar un momento difícil, no tomes eso como un argumento para no extender la mano. Siempre hay alguien más necesitado que tú. Es una ley de la vida, por tanto: "No te niegues a hacer el bien a quien es debido, cuando tuvieres poder para hacerlo."

martes, 23 de junio de 2009

Lámpara y Luz

"Porque el mandamiento es lámpara, y la enseñanza es luz, Y camino de vida las reprensiones que te instruyen." Proverbios 6:23

Cristina, una joven portuguesa me preguntaba cómo era posible que un Dios de amor y libertad pudiera tener enseñanzas tan estrechas y prohibitivas. "No combina - decía ella - algo está equivocado en la Biblia". Pero el error no está en la Biblia y sí en el concepto errado que tenemos de los consejos divinos.

Salomón habla de tres cosas: el mandamiento, la instrucción y las reprensiones. Al mandamiento y la enseñanza los compara con la lámpara y la luz. Ambas sirven para romper el poder de las tinieblas. Este es un poder destructivo, porque en medio de la oscuridad tú no ves el camino, y no tienes condiciones de llegar a tu destino. En medio de las sombras tú no andas con rapidez, avanzas despacio, con dificultad, y cuando te das cuenta, ya estás relegado a un segundo plano. Cuando no hay luz, tú no distingues ni las formas ni los colores. Creyendo que estás escogiendo lo verde, puedes estar tomando lo rojo. En medio de la oscuridad, tú caminas sin saber, en el rumbo de la propia muerte.

El ser humano necesita de la luz y de la lámpara. Sin ellas, no hay cómo atravesar la oscuridad de este mundo y llegar con éxito a donde deseas. Necesitas luz para saber cuál es el camino verdadero. Los mandamientos y las instrucciones divinas son esa luz. Su propósito no es cercenar la libertad, sino iluminarte el camino.

Las reprensiones, a su vez, tienen como propósito despertarte cuando estás adormecido, traerte de vuelta al camino de la vida cuando te estás acercando peligrosamente a la muerte.

Piensa, por ejemplo, en la última derrota que tú sufriste. Trata de descubrir la causa. ¿Habría acontecido todo aquello si hubieras prestado atención a las instrucciones divinas? La vida está llena de leyes y principios. El respeto a esas leyes es garantía de bienestar. Menospreciarlas es testarudez e imprudencia. El precio siempre es alto.

Antes de comenzar las actividades de cada día, mira a tu alrededor. Pregúntate, ¿qué ajustes deben hacerse? Ten en cuenta a Dios, "Porque el mandamiento es lámpara, y la enseñanza es luz, y camino de vida las reprensiones que te instruyen."