sábado, 14 de agosto de 2010

Pescador de Hombres

"El justo por la fe vivirá"

"Fui un monje piadoso, y seguía las reglas de mi orden más estrictamente de lo que puedo expresar. Si alguna vez un monje pudiese obtener el cielo por sus obras monásticas, ciertamente yo habría tenido el título para ello. Pero, si hubiera seguido así por más tiempo, me habría mortificado hasta morir."

Sin embargo, a pesar de sus obras y mortificaciones, el monje nunca sentía la aceptación de Dios, nunca creía que era suficientemente bueno para ser salvo. Su desesperación personal era tan grande que lo estaba destruyendo física y mentalmente, por cuanto, al creer en la realidad de la ira de Dios, él temía la perspectiva de tener que afrontarla.

Después de todo, ¿quién no habría estado en esa condición?

Entonces, un día, en su estudio de la Biblia, saltó a su conciencia un texto que cambió no solo su vida, sino también la historia del mundo: "El justo por la fe vivirá." (Romanos 1:17) Sus ojos se habían abierto: su aceptación de Dios no se basaba en sus obras, ni en sus mortificaciones corporales, ni en sus actos, sino en los méritos de Cristo. Nunca más estaría abierto a los engaños de una teología que ponía la esperanza de salvación en otra cosa que no fuera la justicia de Cristo dada al creyente solamente por medio de la fe.

El monje, por supuesto, era Martín Lutero, a quien Dios usó para iniciar la revolución religiosa más grande de la historia cristiana: La Reforma Protestante.

Para Lutero, todo comenzó en el libro de Romanos. No sorprende que esta revuelta protestante contra Roma comenzara en Romanos (suficientemente irónico), porque este libro ha desempeñado un papel clave en la historia del pensamiento cristiano. Todos los movimientos del cristianismo para volver al evangelio puro y al tema de la "justificación por la fe" han hallado su punto de partida en la Epístola de Pablo a los Romanos. La epístola contiene una presentación teológica completa del evangelio y de la esperanza que este presenta a la humanidad caída.

Esta luz del libro de Romanos dispersó la oscuridad que había envuelto a Lutero y a millones de otros, luz que les reveló no solo la gran verdad de que Cristo perdona a los pecadores, sino también que Cristo tiene poder para limpiarnos del pecado.

Por eso en este día yo te presento a Cristo, nuestro Señor y Salvador. Sólo El es el camino al Padre; sólo através de Jesucristo tenemos perdón de pecados. Sólo su preciosa sangre derramada en la cruz del calvario nos limpia de toda maldad y nos da acceso al trono de la gracia. "Por que por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe." (Efesios 2:8-9) "Justificados, pues por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; por quien tenemos también entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes..." (Romanos 5:1-2)

¿Quieres hoy recibir en tu corazón a Cristo como tu Salvador personal? Cristo te dice: "He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, cenaré con él, y él conmigo. Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono." (Apocalipsis 3:20-21)

"He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación."

¡Dios te bendiga y te guarde!

sábado, 3 de julio de 2010

Oraciones Respondidas

"Pacientemente esperé a Jehová, y se inclinó a mí, y oyó mi clamor." Salmo 40:1

Podía oir el tic-tac del reloj al lado de mi cama. Se acercaba el amanecer y comenzaban a caer lágrimas por mis mejillas. Sabía que había llegado la hora de la conversación matutina con mi Padre celestial; sin embargo, esa mañana necesitaba comunicarme con alguien a quien pudiera ver, sentir y tocar. Alguien que me llevara en sus brazos, que secara mis lágrimas y me asegurara que todo estaría bien.

Clamé al Señor, en mi desesperación. Le conté que el cordel del tendedero se había roto. Le conté del estanque de los peces que necesitaba ser limpiado urgentemente. Le conté de todos los trámites que debía realizar antes del final del día. La lista era interminable. "Señor, escucha mis oraciones, por favor, envíame ayuda hoy."

Tomé mi Biblia, me sequé las lágrimas y busqué Isaías 43. Aquí se me recordaba nuevamente que era preciosa a los ojos de Dios, y que él me amaba. ¡Sí! El tenía un amor especial por mí. Sentí como un relámpago que pasaba por mi cuerpo, y me di cuenta de que no estaba sola. Alguien estaba al lado de mi cama; ahora caían lágrimas de gozo; un gozo que no se puede explicar. De pronto me sentí segura, ms fuerzas estaban renovadas. Sabía que Dios se ocuparía de todos mis problemas.

Mientras me estaba cambiando, sonó el teléfono. No podía contener mi felicidad cuando el propietario me dijo que había pasado temprano, había visto la soga en el suelo y la había arreglado. Ahora tenía una soga más resistente en la cual colgar la ropa.

Mientras volvía a mi hogar esa tarde agradecí a Dios por sus maravillosas bendiciones a lo largo del día. Había completado mis trámites. Pero Dios no había terminado conmigo todavía. ¿Te imaginas mi asombro cuando encontré el estanque de los peces completamente limpio? Sí, una amiga había pasado a visitarme y, junto con mi sobrina, habían decidido limpiarlo.

Verdaderamente, Dios es un Dios de lo imposible. Pidámosle que nos dé la fe que moverá montañas. "Esta fe se elevará por encima de las tormentas del desaliento y la adversidad, triunfará sobre el tiempo y continuará encendida mientras espera el cumplimiento de su objetivo. Te pedimos esa fe hoy." (Oswald J. Smith)

Por: Donna Brown

sábado, 8 de agosto de 2009

El Libro de la Ley - La Ley de Moisés

El antiguo pacto era una expresión del compromiso de Dios para rescatar al mundo a través de Israel. Moisés escribió el contenido del pacto en el Libro del Pacto, al cual la Biblia se refiere también como el Libro de la Ley.

Este es el tiempo que transcurre en los eventos que ocurrieron en el Monte Sinaí: Dios habla los Diez Mandamientos a toda la asamblea (Exodo 20:1-17). El pueblo pide que Moisés sea el mediador entre ellos y Dios (Exodo 20:18-19). Dios habla a Moisés las palabras del pacto especial con Israel (Exodo 20:22 - 23:33). Moisés repite el pacto y sus juicios al pueblo (Exodo 24:3). Moisés escribe el libro del pacto, levanta un altar, y confirma el pacto con la sangre del sacrificio (Exodo 24:4-8). Moisés sube al monte por cuarenta días y cuarenta noches (Exodo 24:12-18). Dios escribe los Diez Mandamientos en piedra y los entrega a Moisés (Exodo 31:18). Moisés rompe las dos tablas (Exodo 32:19). Dios vuelve a escribir en piedra con su propio dedo y se las entrega a Moisés (Exodo 34:1).

Después que Dios habla la Ley de los Diez Mandamientos a la asamblea, Moisés se acercó más a Dios. El Señor le entregó leyes civiles especiales y ordenanzas ceremoniales para que Israel las siguiera. Después de regresar de su encuentro, Moisés repitió este convenio especial al pueblo y ellos estuvieron de acuerdo en hacer todo lo que el Señor les pidió.

Es interesante notar el contraste. Fue Dios quien habló los Diez Mandamientos a todo el pueblo antes de esculpirlos en piedra. Pero al explicar el convenio especial entre Dios y el pueblo, Moisés estuvo de mediador.

Exodo, capítulo 24, explica que luego Moisés escribió todas las palabras del Señor en el "Libro del Pacto" y levantó un altar. Antes de confirmar el pacto con la sangre del sacrificio, el leyó al pueblo todas las palabras que había escrito en el Libro del Pacto.

Una vez más ellos aceptaron los términos y declararon su obediencia al pacto. Así Moisés tomó la sangre y la roció sobre el libro y sobre el pueblo (Hebreos 9:19; Exodo 24:8) y dijo, "He aquí la sangre del pacto que Jehová ha hecho con vosotros sobre todas estas cosas" (Exodo 24:7-8).

"Y cuando acabó Moisés de escribir las palabras de esta ley en un libro hasta concluirse, dio órdenes Moisés a los levitas que llevaban el arca del pacto de Jehová, diciendo: Tomad este libro de la ley, y ponedlo al lado del arca del pacto de Jehová vuestro Dios, y esté allí por testigo contra tí" (Deuteronomio 31:24-26).

Moisés escribió estas ordenanzas especiales del pacto - con su mano - en el libro de la ley (Libro del Pacto). El sacrificio de un animal proveyó "la sangre para el pacto" que Dios hizo con Israel. Este libro de la ley (el acta de los decretos) se colocó en un lugar temporal, al lado del arca, y estuvo allí como testigo contra el pueblo.

¿Por qué fue que la ley de Moisés estuvo como testigo en contra de este pueblo rebelde? La Biblia revela esta respuesta solemne, como advertencia a aquellos que se alejaron de Dios para adorar a otros dioses.

"...Y se asentará sobre él toda maldición escrita en este libro, y Jehová borrará su nombre de debajo del cielo;...conforme a todas las maldiciones del pacto escrito en este libro de la ley" (Deuteronomio 29:20-21). Además de las bendiciones que Dios prometió al pueblo de Israel por su fidelidad (Exodo 34:10, Deuteronomio 28:1-14), el Libro de la Ley contenía maldiciones contra aquellos que no cumplían con todos los requerimientos.

Un Dios que es todo amor sabe que el pecado produce dolor y destrucción. Era la intención del Señor de que las maldiciones que se encontraban en el Libro de la Ley les sirvieran para disuadir del pecado. Cuando El vino como Redentor de Israel, les dio mandamientos para su beneficio.

"...Yo soy Jehová Dios tuyo, que te enseña provechosamente, que te encamina por el camino que debes seguir. ¡Oh, si hubieras atendido a mis mandamientos! Fuera entonces tu paz como un río, y tu justicia como las ondas del mar" (Isaías 48:17-18).

La disciplina de Dios siempre ha rebosado desde un corazón lleno de amor, para proteger Sus hijos de las fuerzas fatales del pecado. Dios no se complace en la muerte del impío (Ezequiel 33:11).

"¿No te acarreó esto el haber dejado a Jehová tu Dios, cuando te conducía por el camino? Tu maldad te castigará, y tus rebeldías te condenarán..." (Jeremías 2:17-19).

Cuando el pecador muere, son las consecuencias directas de sus propias decisiones. La paciencia y la bondad de Dios hacia su pueblo bajo el Antiguo Pacto se ven muy claramente en la Biblia. El pacto especial que El estableció con Israel fue para enseñarles lecciones críticas para salvar la nación.

Desdichadamente, la nación judía comenzó a utilizar el Libro de la Ley como medio para obtener la justificación - torciendo así el propósito de Dios para su propia destrucción. Cientos de años más tarde, Pablo comentó acerca de esto al decir que si la justificación se hubiera podido obtener a través de la Ley de Moisés, entonces Cristo en vano murió (Gálatas 2:21).

La única justificación que ha existido jamás es la justificación por la fe. Sí, aun bajo el Antiguo Pacto, los verdaderos seguidores de Dios sabían que no podían ganar la justificación. Jeremías declaró que el nombre de Dios es: "...JEHOVA JUSTICIA NUESTRA" (Jeremías 23:6).

Oseas exclamó, "Sembrad para vosotros en justicia, segad para vosotros en misericordia; haced para vosotros barbecho; porque es el tiempo de buscar a Jehová, hasta que venga y os enseñe justicia" (Oseas 10:12).

Isaías sabía que lo mejor que el hombre podía ofrecerle a Dios palidecía en comparación a la santidad de Dios: "Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia" (Isaías 64:6).

El también declaró lo siguiente: "En gran manera me gozaré en Jehová, mi alma se alegrará en mi Dios; porque me vistió con vestiduras de salvación, me rodeó de manto de justicia..." (Isaías 61:10).

La Ley de Moisés describe las ceremonias y las prácticas dadas a Israel que señalaban a Jesús como el verdadero cordero de Dios. Por esto, en ocaciones se refería a la Ley Ceremonial, y tenía un tiempo limitado de efectividad. El autor de los Hebreos en el Nuevo Testamento señala su propósito - "Lo cual es símbolo para el tiempo presente, según el cual se presentan ofrendas y sacrificios que no pueden hacer perfecto, en cuanto a la conciencia, al que practica ese culto, ya que consiste sólo de comidas y bebidas, de diversas abluciones, y ordenanzas acerca de la carne, impuestas hasta el tiempo de reformar las cosas" (Hebreos 9:9-10).

De manera simple, la Ley de Moisés era un mero libro de texto para preparar al pueblo de Dios para el tiempo cuando Cristo vendría para traer una reforma.

La Ley de Moisés era un contrato especial que Dios preparó para los Israelitas. Pablo claramente define el Antiguo Pacto como los escritos de Moisés ( el Libro de la Ley) - "...Porque hasta el día de hoy, cuando leen el antiguo pacto, les queda el mismo velo no descubierto, el cual por Cristo es quitado" (2 Corintios 3:14-16).

El Libro del Pacto y el Libro de la Ley son uno y el mismo. Los escritores de la Biblia usan estos términos en forma intercambiable. En 2 Reyes 22:8, el sumo sacerdote encontró el "Libro de la Ley en la casa de Dios". Cuando el rey Josías reunió la nación y les leyó todas las palabras del Libro, él se refirió a éste como el Libro del Pacto: "Y leyó, oyendo ellos, todas las palabras del Libro del Pacto que había hallado en la casa de Jehová...Entonces mandó el rey a todo el pueblo, diciendo: Haced la pascua a Jehová vuestro Dios, conforme a lo que está escrito en el Libro de este Pacto" (2 Reyes 23:2-21). Encontramos las mismas palabras que se repiten en otro recuento del mismo evento que se registra en 2 Crónicas 34:14-15 y en el verso 30.

El Antiguo Pacto se encontraba en los escritos de Moisés - el Libro de la Ley - no en la Ley de los Diez Mandamientos de Dios solamente. No cabe duda, sin embargo, que los Diez Mandamientos eran la parte central del Antiguo Pacto. La Biblia dice que Moisés escribió todas las palabras habladas por el Señor en un libro. Y Moisés lo confirma al decir, "Y El os anunció su Pacto, el cual os mandó poner por obra; los Diez Mandamientos, y los escribió en dos tablas de piedra. A mí también me mandó Jehová en aquel tiempo que os enseñase los estatutos y juicios, para que los pusieseis por obra en la tierra a la cual pasáis a tomar posesión de ella" (Deuteronomio 4:13-14). Y Moisés llamó las tablas de piedra las "tablas del pacto" (Deuteronomio 9:11). Los Diez Mandamientos de Dios eran el corazón del Pacto.

Vamos a reunir lo que ya sabemos acerca de la Ley de Moisés:

  • La Ley de Moisés fue escrita por él mismo.
  • La Ley Mosaica contenía leyes civiles y leyes ceremoniales.
  • Fue escrita en un rollo de pergamino y se le llamó "el Libro de la Ley" o "el Libro del Pacto".
  • Contenía maldiciones contra aquellos que no obedecían las obras de la Ley de Moisés.
  • El Libro de la Ley fue colocado al lado del arca - como testigo contra Israel.
  • La Ley de Moisés era simbólica y temporal.
  • La Ley de Moisés era simbólica y temporal.
  • La Ley de Moisés era el Antiguo Pacto hecho con Israel.
  • El Libro de la Ley incluía los Diez Mandamientos como la parte central del Pacto.

Ya que estamos armados con la información adecuada acerca de los Diez Mandamientos de Dios y La Ley de Moisés, veamos cómo este conocimiento nos puede ayudar a entender cuando el Nuevo Testamento se refiere a "la ley".

Al continuar la segunda parte de este estudio, el eEspíritu Santo nos iluminará nuestro entendimiento del Nuevo Pacto. ¡Y la Biblia nos probará - sin duda alguna - exactamente qué fue lo que Cristo clavó en la cruz!

Dios nos habla a través de Su Palabra. ¡Tenemos razón para regocijarnos!

*Tomado del Libro: Los Diez Mandamientos Dos Veces Eliminados (Danny Shelton - Shelley Quinn) *Capítulo 3 - Dos Leyes, Dos Pactos - Desenredando la Confusión (4ta parte)

domingo, 2 de agosto de 2009

La Palabra que Sustenta

Salmo 119:25-32

119:25 Abatida hasta el polvo está mi alma; vivifícame según tu palabra.

119:26 Te he manifestado mis caminos, y me has respondido; enséñame tus estatutos.

119:27 Hazme entender el camino de tus mandamientos, para que medite en tus maravillas.

119:28 Se deshace mi alma de ansiedad; susténtame según tu palabra.

119:29 Aparta de mí el camino de la mentira, y en tu misericordia concédeme tu ley.

119:30 Escogí el camino de la verdad; he puesto tus juicios delante de mí.

119:31 Me he apegado a tus testimonios; Oh Jehová, no me avergüences.

119:32 Por el camino de tus mandamientos correré, cuando ensanches mi corazón.

viernes, 31 de julio de 2009

¿Preocuparse o Contemplar?

"Me acordé en la noche de tu nombre, oh Jehová, y guardé tu ley." Salmo 119:55

Todo salía mal aquel día en la vida de Francisco. La turbulencia financiera que el país atravesaba parecía ser la gota de agua que faltaba para que su empresa se fuera al fondo del pozo. En aquella fábrica estaban invertidos todos sus recursos financieros, sus sueños, sus esperanzas, expectativas de vida y años de dedicación y esfuerzo.

Acostado en la cama, aquella noche no podía dormir. Daba vueltas de un lado al otro, tratando de descubrir una salida a la situación, pero solo veía sombras y oscuridad a su alrededor.

Francisco, al igual que nuestra sociedad, ignoraba lo que dice el salmo de hoy: "Me acordé en la noche de tu nombre, oh Jehová." Parece que las personas prefieren más la preocupación que la contemplación. ¿Cuál es la diferencia? La preocupación concentra tu energía en el problema. La contemplación, te lleva a mirar hacia arriba y ver a Dios. Preocupándote, haces como la persona que se está ahogando en el mar, da brazadas improductivas para todos lados, traga agua y se desespera. Contemplando la grandiosidad divina, comprendes que no todo está perdido, aunque desde el punto de vista humano, parezca que no hay salida.

"Me acordé en la noche de tu nombre, oh Jehová", exclama David. El nombre por el cual Dios se identifica a sí mismo es: "Yo soy". El secreto de la vida victoriosa está en saber quién es Dios y quién eres tú. Hay cosas que solo Dios puede hacer, y hay cosas que Dios no hará en tu lugar.

David, como todo ser humano, tuvo que enfrentar problemas. Un joven pastor de ovejas como él, perseguido por los ejércitos del rey, parecía tener un problema sin solución, pero cuando la noche llegaba, en lugar de atormentarse con sus preocupaciones, David contemplaba a Dios y una paz extraordinaria inundaba su corazón, porque sabía que existían principios establecidos para regir los destinos del universo y de la vida. David llamaba a esos principios: "ley". "Guardé tu ley". afirma él. ¿Puede haber derrota cuando estás dispuesto a seguir las instrucciones divinas? Por eso, hoy debes decir: "Me acordé en la noche de tu nombre, oh Jehová, y guardé tu ley", y encara sin miedo los desafíos que la vida te presente.

jueves, 30 de julio de 2009

La Ley de los Diez Mandamientos de Dios

Cuando Moisés repasó los Diez Mandamientos con el pueblo de Dios, él dijo, "Estas palabras habló Jehová a toda vuestra congregación en el monte, de en medio del fuego, de la nube y de la oscuridad, a gran voz; y no añadió más. Y las escribió en dos tablas de piedra, las cuales me dio a mí" (Deuteronomio 5:22).

Dios habló de los Diez Mandamientos. Estaban completos. Los escribió en dos tablas. Mire ese texto nuevamente - nótese que "NO añadió más." La Ley de Dios es perfecta y no hubo que añadir más a sus Diez Mandamientos.

Como notamos en el verso que acabamos de leer, Dios primero habló Sus Mandamientos a la asamblea temblorosa en el Monte Sinaí (Exodo 20:1-17). Pero siendo que el pueblo temía la Presencia del Señor, ellos le pidieron que hablara directamente a Moisés desde ese día en adelante. Por eso es que Moisés se fue solo al Monte Sinaí para recibir el informe grabado de los Diez Mandamientos en las tablas de piedra.

Otro recuento de Dios entregando los Diez Mandamientos a Moisés nos muestra lo siguiente: "Y dio a Moisés...dos tablas del testimonio, tablas de piedra escritas con el dedo de Dios" (Exodo 31:18). Dios grabó - en piedra - Su Ley de los Diez Mandamientos con su propio dedo. No le dejó al hombre que escribiera Sus "dos tablas del testimonio."

La Biblia dice que Dios escribió por ambos lados de las tablas. Se nos asegura una y otra vez que fue obra de Dios. "Y las tablas eran obra de Dios, y la escritura era escritura de Dios grabada sobre las tablas" (Exodo 32:16). Sin embargo, ¿quién escribió el segundo juego de tablas después que las primeras fueron destruídas?

Usted probablemente está familiarizado con la parte de la historia cuando Moisés bajó de la montaña, fue testigo de la idolatría del pueblo mientras adoraban un becerro de oro, y en un momento de indignación santa, Moisés arrojó las primeras tablas de piedra y las quebró al pie del monte (Exodo 32:19).

Pero, ¿sabía usted que aún después de este incidente Dios no confió en un hombre para que escribiera Su Ley en registro permanente? Así es - ni aún la segunda vez (Exodo 34:1)

Moisés lo describe de esta manera. "En aquel tiempo Jehová me dijo: Lábrate dos tablas de piedra como las primeras, y sube a mí al monte, y hazte un arca de madera; y escribiré en aquellas tablas las palabras que estaban en las primeras tablas que quebraste; y las pondrás en el arca. E hice un arca...y labré dos tablas de piedra...y subí al monte...Y escribió en las tablas conforme a la primera escritura, los Diez Mandamientos..." (Deuteronomio 10:1-4).

Dios escribió en el segundo par de tablas con Su propio dedo e instruyó a Moisés que colocara Sus dos tablas del testimonio dentro del arca. El fiel siervo Moisés hizo tal como Dios le instruyó: "y tomó el testimonio y lo puso dentro del arca...y encima el propiciatorio sobre el arca" (Exodo 40:20). Los Diez Mandamientos fueron puestos dentro del arca del Pacto, en el lugar Santísimo del Tabernáculo. ¿Ha considerado alguna vez lo que esto ilustra?

El arca representaba el trono de autoridad de Dios. El instruyó a Moisés para que colocara Su Ley de los Diez Mandamientos en un lugar permanente, dentro del arca (Deuteronomio 10:2). Desde su silla de juicio, el arca, Dios fundó su reinado bajo el reglamento de los Diez Mandamientos - la transcripción de Su justo carácter.

"Jehová se complació por amor de su justicia en magnificar la ley y engrandecerla" (Isaías 42:21)

¿Qué sabemos acerca de la Ley de Dios hasta ahora?

Repasemos:

  • La Ley de Dios era perfecta cuando El habló y no añadió nada a Sus Mandamientos.
  • Los Diez Mandamientos fueron grabados en piedra y fueron llamados "las tablas del testimonio".
  • Dios escribió los Diez Mandamientos (en ambas ocasiones) con su propio dedo.
  • Los Diez Mandamientos fueron puestos dentro del arca del pacto.

*Tomado del Libro: Los Diez Mandamientos Dos Veces Eliminados (Danny Shelton - Shelley Quinn) *Capítulo 3 - Dos Leyes, Dos Pactos - Desenredando la Confusión (3ra parte)

domingo, 26 de julio de 2009

Las Dos Grandes Leyes de la Biblia

Muchos cristianos creen que la Ley de los Diez Mandamientos fue clavada en la cruz. Basan esta creencia en Colosenses 2:14, "anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz."

Es de importancia crítica el determinar la naturaleza exacta del "acta de los decretos" - este código escrito con todas las reglamentaciones y requirimientos que fue clavado en la cruz. ¿Eran éstos los Diez Mandamientos de Dios? ¿O era este en verdad el Libro de la Ley, escrito por Moisés?

La Biblia habla de dos grandes "leyes":

1. La Ley de Dios (los "Diez Mandamientos" o las "dos tablas del Testimonio"), también conocidos como la Ley Moral, La Ley del Amor, y el Decálogo.

2. La Ley de Moisés (el "Libro de la Ley", 0 "el Libro del Pacto"), también conocido como la Ley Ceremonial y la Ley Mosaica.

Dios estableció en forma única los maravillosos propósitos que él quizo para la función de estas dos leyes. Pero, un entendimiento opaco de las diferencias de las dos han llevado a muchos cristianos sinceros a la confusión - especialmente al interpretar las referencias del Nuevo Testamento con relación a la ley.

¿Por qué es que hay tanta confusión? Los escritores bíblicos en muchas ocasiones usan el singular de la palabra "ley" para referirse a la Ley de Dios o la Ley de Moisés. Si no tenemos un entendimiento claro de sus propósitos, es fácil perder el contexto de lo escrito y llegar a conclusiones erróneas.

Por ejemplo, Pablo escribió: "Porque todos los que dependen de las obras de ley están bajo maldición...por la ley nadie se justifica para con Dios...la ley no es de fe... Cristo nos redimió de la maldición de la ley" (Gálatas 3:10-13).

Sin embargo, también fue inspirado a escribir: "¿Luego por la fe invalidamos la ley? En ninguna manera, sino que confirmamos la ley...De manera que la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno" (Romanos 3:31; 7:12)

¿Puede identificar a cuál de las dos leyes se refería Pablo en estos dos pasajes? Al terminar este estudio, usted sabrá que en Gálatas 3:10-13, él se refirió a la ley de Moisés - y en Romanos 3:31 y 7:12, se refería a los Diez Mandamientos, la Ley de Dios, establecida en nuestros corazones por la fe.

¿Alguna vez ha sentido como si una nube de confusión restara sobre los escritos de Pablo? Esa niebla se evaporará rápidamente al examinar las diferencias entre estas leyes.

Al tener un entendimiento más claro, podríamos entrar en el Nuevo Testamento y correctamente esclarecer la palabra de verdad. Cuando leamos los escritos del apóstol Pablo acerca de "la ley", podremos estudiar el contexto y determinar si se refiere a la Ley de Dios, o a la Ley de Moisés.

Pablo fue el autor del libro a los Colosenses. Bajo inspiración divina, escribió que Cristo clavó en la cruz "el acta de los decretos" que había contra nosotros. Una errada interpretación mantiene a algunas personas declarando que Pablo enseñó que la Ley de Dios está obsoleta.

Cuando usted complete este capítulo y el próximo, espero que pueda ver que Pablo nunca tuvo la intención de que el acta de decretos contra nosotros se confundiera con la Ley de Dios de los Diez Mandamientos. Dejaremos que la Biblia pruebe que Pablo nunca descartó la Ley de los Diez Mandamientos que Dios ecribió con su propio dedo en tablas de piedra.

La Biblia nunca se contradice. Los escritos bíblicos no se oponen unos a otros. Las contradicciones nacen al sacar los escritos bíblicos fuera de contexto y al aplicarlos incorrectamente. A primera vista, algunos textos parecen contradecirse. En estos casos, es importante examinar el contexto primero y luego investigar otras enseñanzas bíblicas sobre el tema.

A veces es necesario consultar el texto en el idioma original en que se escribió para poder entender claramente la intención del escritor al escoger esas palabras. Hay muchas ayudas disponibles que nos proveen un creciente conocimiento de palabras en griego y en hebreo.

"Toda la escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redarguir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra." (2 Timoteo 3:16-17)

Cuando Pablo escribió estas palabras, se refería al Antiguo Testamento. Sin embargo, su aseveración también es cierta acerca del Nuevo Testamento. Su referencia fue inspirada para incluir y no para excluir.

Puede estar seguro que Dios nunca se contradijo a Sí mismo al compartir sus pensamientos divinos con los tantos escritores bíblicos. ¿Puede ver por qué no puede haber desacuerdo entre los escritos del Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento? Si estamos confundidos por lo que parece ser contradictorio, tenemos que buscar en las Escrituras de ambos Testamentos para vencer nuestro conocimiento limitado.

Algunas personas se consideran ser "cristianos del Nuevo Testamento", dando a entender que solamente consultan el Nuevo Testamento para las enseñanzas. Desdichadamente, alguien enseñó a estos creyentes bien intencionados que el Nuevo Testamento canceló las enseñanzas del Antiguo Testamento. Pablo no está de acuerdo. El dijo que Dios inspiró "toda la Escritura" para estar preparados para toda buena obra.

El Antiguo Testamento contiene un volumen de la Escritura para prepararnos cinco o seis veces más grande que el Nuevo. Es imposible interpretar uno sin el otro - el Antiguo Testamento contiene el Nuevo y el Nueco explica el Antiguo. Usted encontrará a Cristo Jesús en cada libro de la Biblia.

El Cristo resucitado le dijo a sus discípulos, "Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos" (Lucas 24:44).

Jesús también dijo, "Por eso todo escriba docto en el reino de los cielos es semejante a un padre de familia, que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas" (Mateo 13:52).

Hay tesoros espirituales en el Antiguo Testamento y en el Nuevo Testamento. El error de eliminar el Antiguo Testamento ha cerrado la puerta para entender la naturaleza eterna de la Ley de Dios de los Diez Mandamientos.

¿Sabía usted que el Antiguo Testamento revela que la Ley de Dios estaba en vigencia antes de ser entregada en tablas de piedra en el Monte Sinaí? Hemos de ver esto en el capítulo cinco, donde aprenderemos que el pueblo de Dios violó sus Diez Mandamientos, lo cual obligó a instituir la Ley de Moisés.

Si eliminamos el Antiguo Testamento, no podemos saber que Moisés escribió el Libro de la Ley (la "Ley de Moisés"), o que registró aproximadamente 640 ordenanzas con su propio dedo. Sin este conocimiento, ¿cómo podemos ni tan siquiera comenzar a entender que las "ordenanzas escritas" que fueron clavadas en la cruz era la Ley de Moisés? ¿Cómo podemos aprender que la ley moral de Dios - los Diez Mandamientos - es eterna y la única definiciónde pecado que existe en la Biblia?

"Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley" (1 Juan 3:4). El pecado es ignorar la Ley de Dios. Reconocemos que el homicidio, el robo, la mentira, el adulterio, el odio, la profanación y toda clase de pecado existe hoy. ¿No es cierto que nuestro mundo está en caos debido al pecado? Para darnos cuenta de que existe el pecado en el mundo, tiene que haber una ley que esté en vigencia que defina el pecado como "pecado".

El Antiguo tanto como el Nuevo Testamento están de acuerdo, "El alma que pecare, esa morirá... Porque la paga del pecado es muerte..." (Ezequiel 18:20; Romanos 6:23). Es imposible que exista el pecado a menos que haya una ley que lo defina.

Podemos aplicar este principio a cuando comenzó el tiempo y solamente había dos personas creadas sobre nuestro planeta. Dios dio instrucciones a Adán y Eva, "De todo árbol del huerto podrás comer, mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás..." (Génesis 2:16-17)

Dios les advirtió que morirían si pecaban al ignorar esta simple ley. ¿Acaso no registra la historia que ellos comieron del árbol prohibido? ¿Y qué sucedió? Sufrieron la muerte espiritual en forma inmediata y eventualmente la muerte física. ¡Esa es la paga del pecado!

Pero si Dios no hubiese establecido la ley, ellos podrían haber saboreado la deliciosa fruta sin sufrir consecuencia alguna. Sin haber una ley qué quebrantar, no podrían haber sido culpables de "infracción". El pecado no puede existir a menos que haya una ley que lo defina.

Vayamos rápidamente a la edad presente - ¿es acaso toda la humanidad culpable de pecado? ¿Qué dice la Biblia? "Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros" (1 Juan 1:8). Para llegar a un mejor entendimiento de lo que es pecado, examinaremos las dos grandes leyes bíblicas.

¿Prueba la Biblia que la Ley de los Diez Mandamientos de Dios es eterna? En contraste, ¿demuestra la Biblia que la Ley de Moisés fue añadida en forma temporera para remediar la violación de la Ley de Dios? ¿Ordenó Dios que la segunda división de la ley (la Ley de Moisés) permaneciera en vigencia solamente hasta que Cristo estableciera el Nuevo Pacto en la cruz? ¿Contiene el Nuevo Pacto los Diez Mandamientos?

La Biblia lo explica claramente y es fácil de entender - ¡y no hay nada más importante que esta generación necesite captar y entender!

*Tomado del Libro: Los Diez Mandamientos Dos Veces Eliminados (Danny Shelton - Shelley Quinn) *Capítulo 3 - Dos Leyes, Dos Pactos - Desenredando la Confusión (2da parte)